Por César Valdez
Nota del autor: Esta crónica es ficticia. Cualquier parecido con la realidad se deberá denunciar ante un Órgano Interno de Control
En homenaje a Elizabeth Bishop en la Casa de los Locos
Había una vez un bato de azarosa existencia que trabajaba para una compañía contratista de Pemex en las llamadas baterías de medición, o de separación según el caso, de las Instalaciones del Activo Integral Aceite Terciario del Golfo, en las cercanías de Poza Rica.
Una parte del trabajo de este sujeto consistía en llenar un “cuadernillo”, en el que, entre muchas largas y misteriosas especificaciones técnicas había que plasmar en diminutos renglones las firmas de cinco hombres.
Muy temprano llegaba a la batería y con el cuadernillo en la mano y preguntaba al Jefe de Medición: “¿Cuántos barriles produce al día este pozo?” (cada batería, se entiende, mide el flujo que sale de un pozo). “2 mil 547 barriles”, informaba el hombre mientras veía sus reportes. Nuestro héroe anotaba: “2,547 barriles. B.S. Fulana de Tal”, y el Jefe de medición firmaba.
De la batería de medición se pasaba a una casa móvil que estaba a una hora por camino de terracería y se presentaba ante el Jefe de Sector, quien veía la cifra declarada por el Jefe de Medición y decía: “Hijo de su puta madre, ¿cómo que 2 mil 547 barriles?”. Tomaba su “frecuencia” (así llama mucha gente a los radios) y llamaba al Jefe de Medición: “¿Cuántas veces te lo tengo que decir cabrón?, ¿me quieres chingar o qué pedo?”. Tras insultos mutuos entre ellos, le decía a nuestro compadre: “Regresa con este pendejo y dile que está mal, que son Mil 830 barriles”. Anotaba en un papelito la cifra y recorría la hora de camino de regreso a la batería, en donde escribía en un nuevo cuadernillo el número 1,830. Firmaba con el nuevo dato el Jefe de Medición y nuestro protagonista de nuevo volvía a la casa móvil en donde gustoso de su deber cumplido el Jefe de Sector también plasmaba su firma.
De la casa móvil partía nuestro amigo hacia una oficina en alguna de tantas instalaciones de Pemex en medio de la nada. Ahí lo esperaba el Supervisor Técnico de Pemex, quien al ver el número que había dado el Jefe de Sector desenvainaba su mejor insulto: “Pinches ojetes hijos de su chingada madre, ¿quién te dio este número inge?”. El compa de esta historia, que no es inge ni nada parecido, respondía viendo al piso: “El Jefe de Sector”. El Supervisor Técnico de Pemex hacía lo apropiado y tras el reglamentario intercambio de mentadas de madre, por la frecuencia dictaba: “Mil 200 barriles, así cerrado el número”.
Debía entonces el bato de azarosa vida desandar el camino: de la oficina en medio de la nada a la casa móvil en donde volvía a firmar el Jefe de Sector. De ahí a la batería de medición en donde firmaba el Jefe de Medición, y de regreso con el nuevo cuadernillo anotado con el nuevo número 1,200, así, cerrado. El Supervisor Técnico de Pemex firmaba y se sobaba la panza.
El día se acababa así que de la oficina en medio de la nada el valiente sujeto en comento partía veloz a otra casa móvil, ésta ubicada en los patios de las oficinas de Pemex Exploración y Producción en la mera Poza Rica, en donde rodeado de ingenieros ataviados con variopintos uniformes de extranjeras empresas lo recibía tras larga antesala el Jefe de Área. Se repetía la rutina: Mentadas de madre al inmediato subalterno y un nuevo número: “844 barriles diarios”. Caía la noche.
Amanecía nuestro protagonista en camino hacia la batería de medición, de donde pasaba a la casa móvil, para ir luego a la oficina en medio de la nada y de ahí a la otra casa móvil en los patios de las oficinas de Pemex Exploración y Producción en la mera Poza Rica. El cuadernillo con el número 844 tenía las cuatro firmas.
Sólo faltaba la del Coordinador de Operación de Pozos e Instalaciones de Explotación, quien sentado en un cubículo del mero edificio de Pemex Exploración y Producción, sin faltar a los debidos insultos y peladeces por la frecuencia, daba la cifra definitiva: 420 barriles diarios.
Un nuevo cuadernillo, una nueva cifra, la batería de medición, la casa móvil, la oficina en medio de la nada, la otra casa móvil en el mero Poza Rica y de nuevo la oficina de Pemex Exploración y Producción veían pasar a nuestro hombre. Agotado y con una vaga sensación de alivio ahora sí podía reportar a su empresa: “La producción diaria de la B.S. Fulana de Tal es de 420 barriles diarios”.