De un Mundo Raro
Por Miguel Ángel Isidro
A la par de la música, uno de mis placeres favoritos es la lectura. Durante años devoré prácticamente todo libro o publicación que caía en mis manos, con los beneficios y consecuencias que ello implica.
Y si algún ejercicio sintetiza de manera sublime ambas aficiones, es el terreno del periodismo musical. Sin duda alguna fue una ventana que me permitió acercarme a diferentes tipos de música.
Alrededor de los 10 años de edad se fue acrecentando mi afición por la música, particularmente por el rock. Y precisamente en el salto a la adolescencia fui adquiriendo un nuevo pasatiempo: el de leer y coleccionar revistas de rock.
Es pertinente aclarar a los lectores que al haber nacido a principio de los setentas, formo parte de una generación a la que le representaba un verdadero reto aproximarse a un género que no necesariamente tenia difusión masiva. Así que el interés por conocer más información sobre las bandas y artistas de nuestra preferencia muchas veces representaba un interesante reto.
Probablemente la primera publicación musical que cayó en mis manos habrá sido la popular revista “Notitas musicales”. Aunque su contenido era más enfocado a la música comercial, baladistas y grupos de música popular en español, recuerdo que había una sección que presentaba traducciones de las letras de canciones clásicas del rock. Así pude entender lo que cantaban bandas como The Beatles, The Doors, Cream o Led Zeppelin. Eran revistas que encontraba en casa de mis tías o en el taller de maquila de ropa que mi padre y sus hermanos manejaban al oriente de la CDMX, en la populosa colonia San Felipe de Jesús.
Otra publicación importante en mi adolescencia fue la revista “Guitarra Fácil”. Mi padre, guitarrista aficionado y bohemio de corazón, la compraba regularmente para ampliar su repertorio; a todas las fiestas llevaba siempre su guitarra. Y en algunas de esas publicaciones encontré letras y acordes de canciones clásicas del rock, y algunos artistas ochenteros como John Cougar Mellecamp, Cheap Trick o Billy Joel.
Por esos mismos años descubrí la legendaria revista “Conecte”, que además de artículos, entrevistas y reseñas de discos y conciertos, incluía un póster desplegable. Tapicé mi recámara con docenas de imágenes tomadas de esa publicación: Van Halen, Iron Maiden, Motörhead, AC/DC, Judas Priest. Def Leppard y Lita Ford eran parte de mi escenografía diaria.
“Conecte” era publicada en blanco y negro, pero lo verdaderamente valioso era su contenido. Si bien muchas veces publicaban traducciones de artículos publicados en revistas principalmente gringas, también contaban con las participación de periodistas roqueros y algunos articulistas que daban variedad al contenido: José Luis Pluma, Arturo Castelazo, Fabián de los Santos, Merced Belén Valdés, y Vladimir Hernández, entre otros.
Y fue precisamente a iniciativa de éste último que en 1985 nació otra publicación, la revista “Banda Rockera”, dedicada mayormente al rock nacional y latinoamericano. Aunque mucho de su contenido se orientaba al rock urbano y movimientos generados en la periferia del DF, dicha revista daba espacio a las escenas emergentes de distintas entidades de la República. La escena musical era prácticamente de aficionados, el circuito profesional de conciertos y espacios apenas se estaba construyendo, pero en esa revista había una pluralidad interesante.
En esos años Vladimir Hernández inició un proyecto radiofónico en una de las emisoras del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), con el programa “Desde la Redacción”, donde contaba con varios colaboradores de la revista, entre ellos un joven metalero: Iván Nieblas, quien ahora es locutor titular de los programas “El Oráculo del Rawk” y “Pandemónium” en la plataforma digital de Convoy Network.
A mediados de los ochentas mi familia se mudó a la ciudad de Cuernavaca, donde hice el hallazgo de una librería en la desaparecida Plaza Los Arcos que vendía revistas importadas, entre ellas Hit Parader, Creem, y Rolling Stone. Aunque como adolescente me llamaban más la atención las imágenes a todo color, fue una gran oportunidad para adentrarme en el contenido en su idioma original, e identificar las diferencias de estructura y formato en las publicaciones. En las publicaciones mexicanas muchas veces se redactaba desde la perspectiva del “fan” de un movimiento o banda, mientras que en publicaciones como Rolling Stone o el New Musical Express se daba un tratamiento más periodístico a los reportajes, dando espacio a la crítica, la comparación de estilos o referencias a otros contextos culturales, sociales o políticos de dererminada banda, artista o producción.
Hubo algunas publicaciones rockeras que no tuve oportunidad de coleccionar asiduamente, ya sea porque su circulación no era muy regular al interior del país (Cuernavaca está a 90 kilómetros de la CDMX, pero a nivel de circulación de medios impresos, su connotación era de “provincia”), pero que también llamaron poderosamente mi atención y las adquiría cuando las encontraba en algún puesto o bien cuando viajaba al entonces Distrito Federal: la revista “Sonido” que muchos años dirigió Walter Schmidt (personaje clave del movimiento new wave mexicano) y otra más que llevaba por nombre “Acústica, otro punto de vista en el Rock”, que daban espacio a otro tipo de artistas y propuestas como el pop, new wave, la música techno y en general mucha de la vanguardia europea.
Otra publicación de esos años era la revista “Rock-Pop”. Su título original era “Rock-Pop Discotheque”, porque era una publicación a través de la cual la compañía Edito Poster, propiedad de Don Arnulfo Flores Muñoz (editora de Conecte y Banda Rockera) trató de diversificar su mercado, pero finalmente los fue jalando la inercia y terminó convirtiéndose en una publicación casi especializada en heavy metal. Era una revista de menor tamaño que sus antecesoras, editada en blanco y negro (sólo la portada y contra portada eran a color), pero su contenido era extenso y variado.
Ya entrados los noventa, me encontré con otra publicación fundada por dos periodistas emanados de “Conecte” y “Banda Rockera”: Gueorgui Lazarov Stoychev y Carlo F. Hernández crearon una revista llamada “Heavy Metal Subterráneo”, dando cabida a las crecientes ramificaciones del metal: trash, speed y death metal, hardcore, grind y doom. Por ahí de los 16 años dejé de clavarme tan de lleno en el metal -ya eran muchos géneros y subgéneros para mi gusto- y empecé a escuchar otro tipo de música buscando expandir mis horizontes, pero de vez en cuando le daba una checada a esas revistas para ver qué grupo o movimiento estaban en boga.
En los años subsecuentes fueron apareciendo otras publicaciones con mayor calidad de impresión y contenido más variado, que aunque no adquiría con tanta regularidad -uno de los problemas que enfrenta el coleccionista aficionado es la economía- me permitieron constatar que el movimiento del periodismo musical en México entraba ya en una etapa de creciente madurez: “La Mosca en la Pared” de Hugo García Michel (a la que ya nos referimos en una entrega anterior), “Círculo Mix Up”, que a pesar de ser auspiciada por una cadena de tiendas de discos, contaba con la atinada dirección editorial de un gran músico como lo es Alonso Arreola, y también tuve chance de conocer la legendaria revista “R&R”, fundada por Olallo Rubio, en la que colaboraban algunos otros integrantes del maravilloso equipo radiofónico de Radioactivo 98.5 como Raúl David Vázquez (Rulo) y Julio Martinez Ríos. De ésta última puedo decir que me gustaba su estilo irreverente y su apertura a la crítica de otros temas no necesariamente musicales, pero a veces se me hacía como que caían mucho en la dinámica del “chiste interno”, es decir, si no eras asiduo escucha de los programas de la emisora referida, como que te perdías parte de la conversación.
Ya en mi etapa adulta me tocó encontrarme con la edición mexicana de la Rolling Stone, muy dignamente editada por Benjamín Saucedo, que logró darle el toque local sin caer en la muchas veces chocante “tropicalización” de tópicos y lenguajes, y respetando el equilibrio entre periodismo musical y de análisis político y social que tanto prestigio le ha dado a su publicación matriz.
Lamentablemente mi colección de revistas se perdió entre mudanzas, cambio de prioridades personales y las naturales limitaciones de espacio. Hoy en día, la internet nos ofrece miles de alternativas de lectura sobre música y otros temas, y estamos en un momento en el que la industria de los medios impresos enfrenta una severa crisis. Así que si usted es el feliz poseedor de ejemplares de algunas de las publicaciones referidas en ésta entrega, pues atesórelos, porque probablemente en algunos años serán piezas de museo y su valor se incrementará notablemente entre los coleccionistas.
Ojalá algún día pudiésemos contar con un acervo digital de todas esas andanzas editoriales.
Twitter: @miguelisidro
SOUNDTRACK PARA LA LECTURA
Rolas sobre periodismo o periodistas
-The Kinks (Inglaterra)
“Mr. Reporter”
-Morrisey (Inglaterra)
“Journalists who lie”
-The Jam (Inglaterra)
“News of the world”
-New Found Glory (Estados Unidos)
“No news is good news”