DE UN MUNDO RARO

En su exitosa novela de ciencia ficción “Altered Carbon”, el escritor británico Richard K. Morgan nos relata una historia de suspenso policial en un escenario distópico; ubicado 500 años en el futuro.

Ante la devastación generada por guerras, enfermedades y contaminación, el género humano se ha visto en la necesidad de colonizar otros espacios, incluyendo planetas distantes adaptados para la supervivencia de nuestra especie y la creación de ciudades flotantes en la estratósfera, donde se refugian los ricos y poderosos, que gracias a los avances de la ciencia, han logrado desarrollar una tecnología que les permite alcanzar la inmortalidad gracias a la transferencia de cuerpos y la preservación de su memoria e identidad a través de un mecanismo denominado “pila cortical”, cuya destrucción es la única posibilidad similar a la muerte humana.

En la mitología de ésta novela (que ya fue convertida en serie de ciencia ficción-cyberpunk por Netflix, y cuya segunda temporada fue recientemente lanzada a nivel internacional), los gobiernos de los países han sido reemplazados por una entidad llamada “El Protectorado Interestelar de las Naciones Unidas”, -que a lo largo de la trama es mencionado llanamente como “El Protectorado”- dirigida por una élite de personajes prominentes que se mantienen en el anonimato, y que se apoyan en un cuerpo de élite militar y una compleja red de programas de inteligencia artificial para orientar sus decisiones. “Existen momentos en que no se sabe a ciencia cierta si el gobierno está en manos de humanos o de máquinas”, señala uno de los personajes.

En una parte de la novela se explica por qué razón El Protectorado es anónimo y posiblemente regido por una inteligencia cibernética: “Las decisiones de un gobierno que debe mantener el equilibrio entre distintas naciones y planetas no podía quedar en manos de la corrupta y pusilánime naturaleza humana…”, sentencia uno de los emisarios del régimen. Honestidad brutal.

Nos permitimos ésta prolongada introducción para reflexionar sobre la forma en que la actual emergencia mundial por la pandemia del COVID19 podría estar afectando y pudiera incidir en el futuro de la política no sólo en México, sino en el entorno mundial

Es muy cierto que la actual contingencia sanitaria está poniendo a prueba los protocolos de comunicación y los niveles de respuesta de cada gobierno. Aunque los virus y los agentes patógenos no tienen ideología ni basan su comportamiento en encuestas o elecciones, es muy cierto que en cada país el COVID19 tendrá consecuencia políticas en el mediano o largo plazo.

Resulta interesante también que los principales protagonistas de este peculiar episodio de nuestra historia sean dos potencias económica y políticamente opuestas: Estados Unidos, la Meca del neoliberalismo salvaje y China, una nación que ha transitado a un modelo post-comunista con un estado nacionalista que centra su poderío en su fuerza militar, pero que también ha logrado convertirse en el fiel de la balanza en esta era de la economía de mercado, gracias a su enorme capacidad de producción, consumo y generación de plusvalía en masa.

La comunidad global se mantiene expectante en torno a las noticias sobre la nueva pandemia y sus cifras: ello conlleva, naturalmente una guerra de medios. Y en el entorno politico, debemos esperar una dinámica similar a la de un debate: no ganarán los mejores argumentos, sino el mejor y más oportuno discurso.

En el caso mexicano, hemos visto un aceptable manejo de la crisis por la parte oficial. Sin embargo, su principal sabotaje no proviene de la desprestigiada y numéricamente débil oposición, sino de quien debiera ser su baluarte: el Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien un día sí y otro también contradice con dichos y acciones los planteamientos de su gabinete de Salud, personificado en la figura del subsecretario Hugo Lopez Gatell.

Curiosamente en este año, se cumple el quinto centenario de la primera gran epidemia que azotó a México: la viruela, traída por uno de los soldados a cargo de Pánfilo Narváez, y que detonó violentamente en 1520, matando a la mitad de la población nativa del Imperio Azteca. La segunda gran epidemia, el sarampión, tuvo lugar en 1530. Ambos males tuvieron incidencia en dos acontecimientos claves en la historia de la naciente nación mexicana: la Conquista de México (1521) y la creación del mito de la Virgen de Guadalupe (1531).

Suena prácticamente imposible pensar en que este episodio no tendrá consecuencias políticas. Lo que resulta evidente es que en el caso mexicano, ni el gobierno ni sus opositores han mostrado un manejo inteligente ni medianamente responsable de ésta crisis. Es evidente que existe una facción que de manera deliberada está sembrando conflicto y confusión a través de las llamadas “fake news” en redes sociales, pero es un hecho que la postura de personajes como el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, el diputado federal Gerardo Fernández Noroña o la del propio Presidente López Obrador poco abonan a la credibilidad de la 4T en este delicado momento.

Sin embargo, hay que señalar que en la parte opositora tampoco se han hecho planteamientos equilibrados acerca de cómo solventar la actual contingencia. Legisladores, alcaldes y gobernadores del PRI, PAN y PRD han hecho evidente, en mayor o menor medida, su mezquino interés por capitalizar la crisis con fines electoreros. En el pecado seguramente llevarán la penitencia.

En el escenario internacional, suena muy prematuro hablar de vencedores y vencidos, principalmente porque aún no se ha encontrado una vacuna o cura para el COVID19; y porque en estos momentos ninguna de las potencias mundiales ha marcado una pauta de acción libre de cuestionamientos. China y sus aliados han publicitado de manera enfática su “victoria” sobre la pandemia, pero los daños causados en la calidad de vida de sus ciudadanos y en el necesario escenario de confianza que sostiene la economía globalizada tardarán mucho tiempo en resarcirse.

Hay quienes se consuelan asegurando que ésta crisis sanitaria está dejando mal parados a los regímenes neoliberales, poniendo como ejemplo a Donald Trump, quien pasó del tono burlón a la histeria paranoica en cuestión de semanas. Pero paradójicamente, la emergencia por el COVID19 y su agravamiento en territorio norteamericano no ha hecho sino apuntalar la popularidad del esperpéntico mandatario norteamericano con su principal clientela.

La más reciente encuesta de Gallup señala que Trump ha alcanzado un 49% de aprobación en plena crisis del Coronavirus. ¿Cómo es esto posible? Bueno, hay evidencias de que en los momentos de crisis, los sentimientos nacionalistas de un amplio sector del pueblo norteamericano se exacerban de manera radical. Un ejemplo claro de ello fue el repunte de la popularidad de George W. Bush después de la tragedia de las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.

Adicionalmente, habría que hacer notar que en escenarios de crisis, el elector norteamericano promedio antepone la preservación del status quo por encima de otras prioridades. Incluso los sectores más “progresistas” de la sociedad norteamericana tienen actitudes reaccionarias en temas conflictivos. Por ejemplo: aunque a muchos les duela reconocerlo, un buen sector de la comunidad latina mostró sus reservas en torno a la precandidatura del demócrata Bernie Sanders en cuanto el veterano luchador social expresó sus simpatías hacia Cuba y Venezuela; situación que frenó su ritmo ascendente en la búsqueda de la nominación presidencial.

Se estima que la contingencia sanitaria perdurará por lo menos de tres a cinco meses más a nivel internacional, por lo cual es recomendable el observar con prudencia los acontecimientos por venir. Pero como lo hemos señalado, en el terreno político se anticipa una batalla más aguda después de ésta crisis, donde todos los actores tratarán de salir lo mejor librados posible de este complejo escenario.

Por eso cerramos ésta reflexión haciendo nuevamente referencia al ambiente distópico de “Altered Carbon”: en la medida en que despersonalicemos a la política y reduzcamos su análisis a hechos y resultados, podríamos identificar con claridad las consecuencias de los hechos y decisiones de sus principales actores.

Mucho cuidado: el exhibicionismo, la fanfarronería y la mezquindad con la que se han manejado muchos líderes políticos ante la pandemia puede generar que muchos sectores añoren un golpe de autoritarismo para reimplantar un supuesto orden.

Cuánta razón tenia Groucho Marx: “La política es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos”.

Twitter: @miguelisidro

SOUNDTRACK PARA LA LECTURA

-Ministry (Estados Unidos)
“New world order”

https://youtu.be/HWelpY0O0jc

-KMFDM (Alemania)
“Megalomaniac”

https://youtu.be/xwhOTNQcQq4

-Def Con Dos (España)
“Ultramemia”

https://youtu.be/PqQWyQ2LLYA

-The Prodigy (Inglaterra)
“Firestarter”

https://youtu.be/wmin5WkOuPw

New World Order by Ministry

https://www.youtube.com/watch?v=imqvLToWH7k

 

Por miguelaisidro

Periodista independiente radicado en EEUU. Más de 25 años de trayectoria en medios escritos, electrónicos; actividades académicas y servicio público. Busco transformar la Era de la Información en la Era de los Ciudadanos; toda ayuda para éste propósito siempre será bienvenida....

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