
DE UN MUNDO RARO
La emergencia sanitaria impuesta por la pandemia del coronavirus nos está obligando a replantearnos diversos aspectos de la vida pública. Y aunque pareciera un mal momento para plantearlo, la forma de hacer política, sobre todo en México, no debería ser la excepción.
Veámoslo de ésta forma: en un año y tres meses aproximadamente, los mexicanos concurrirán a las urnas para la renovación de la cámara de diputados a nivel federal; pero asimismo estarán en disputa 13 gubernaturas y unos 3 mil cargos locales de elección popular, como diputaciones, alcaldías, sindicaturas y regidurías. Y sin duda la actual contingencia marcará su derrotero en dicho proceso.
Si tomamos en cuenta las estimaciones de los especialistas internacionales, es muy probable que el estado de contingencia prevalezca a nivel global por lo menos unos tres meses más; es decir, la llamada “normalidad” apenas podría instaurarse de vuelta hasta el otoño próximo.
Ello también considerando que de no encontrarse una cura contra el Coronavirus, muchas de las restricciones sanitarias podrían extenderse por tiempo indefinido.
Entre los meses de abril a septiembre del presente año, tanto los partidos políticos con registro como los organismos electorales tendrían que estar iniciando los trabajos preliminares tendientes a la etapa de organización preelectoral.
El aparato electoral mexicano es obeso y burocrático, y por lo mismo, costoso. Dinero que perfectamente podría utilizarse en otras prioridades.
Por supuesto que para ello harían falta una serie de acuerdos y cambios constitucionales de gran calado. No es tan sencillo como el planteamiento que hace, con mucho de oportunismo y alevosía el Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien pide a los partidos desprenderse del 50 por ciento de sus prerrogativas pretextando la contingencia sanitaria. Planteamiento alevoso, porque el tabasqueño sabe de antemano que los partidos enfrentan una profunda crisis de organización y liderazgo, uno de los factores que permitieron su arrollador triunfo en 2018. Por supuesto que mucho es culpa de los líderes y representantes de la actual oposición, pero aplicar una guillotina financiera a rajatabla aniquila en mucho las escasas posibilidades de equidad electoral.
Sin embargo, queda claro que la parafernalia electoral mexicana está a años luz de enfrentar y asimilar las restricciones de una contingencia sanitaria como la que nos aqueja.
¿Se imagina usted campañas sin multitudinarios mítines, recorridos “casa por casa” y sin espectaculares cierres masivos, con grupos musicales, artistas y comediantes sirviendo de carnada para la clientela electoral en potencia?
¿Podrían resistirse los partidos y candidatos a la tentación de utilizar como carne de cañón a sectores vulnerables de la población como los adultos mayores y las personas con capacidades diferentes para sus actividades proselitistas, aún en conciencia del riesgo sanitario que implicaría movilizarlos o concentrarlos para eventos “de apoyo”?
¿Cómo enfrentarían alcaldes, gobernadores y diputados locales -y el propio ejecutivo federal- la disyuntiva de lucrar con la entrega de despensas, becas, láminas, material de construcción y demás artilugios que han convertido a una buena parte de la población en situación de pobreza en profesionales de la mendicidad electorera?
No obstante, también podemos avizorar este excepcional episodio como un filtro desde el cual apreciar y calificar la actuación de nuestros actuales gobernantes y representantes para la futura toma de decisiones.
Allá usted si quiere seguir teniendo gobernantes que soslayan la emergencia sanitaria en su afán de seguir en campaña permanente, en personajes que se disfrazan de superheroínas con la supuesta intención de difundir un mensaje preventivo sin otra finalidad que promover su imagen personal; o gobernadores que son capaces de simular la toma de acciones preventivas montando una supuesta infraestructura sanitaria que sólo será útil para la filmación de un spot… solo por mencionar algunas de las más patéticas y lamentables acciones de nuestros Padrotes y Madrotas de la Patria durante éste difícil periodo.
En 2018 el electorado castigó al stablishment con un voto disruptivo, como manifestación del hartazgo ante la corrupción y frivolidad prevaleciente en el régimen anterior. La próxima elección intermedia podría ser una oportunidad para reclamar a partidos y candidatos un comportamiento más decoroso y apegado a la gravedad del momento histórico que nos tocó vivir.
A la democracia mexicana le vendría muy bien dejar la época de los acarreos, los spots y videos aspiracionales con cancioncitas idiotas como supuestas estrategias para “conectar” con el electorado.
Un cambio de régimen debe ir más allá de un cambio de partido. Implica un cambio en la conciencia colectiva, en una dinámica que provoque que el sistema de partidos se adapte a las demandas de la ciudadanía y no a la inversa.
Sería un error imperdonable el permitir que nuestro vetusto, corrupto y desprestigiado sistema de partidos sobreviva a ésta pandemia.
La moneda está en el aire.
Twitter: @miguelisidro
SOUNDTRACK PARA LA LECTURA:
Eskorbuto (España)
“De tí depende”
The Clash (Inglaterra)
“Know your rights”
Ana Tijoux (Chile)
“Sacar la voz”
Los Prisioneros (Chile)
“Por qué no se van”