
Un verdadero líder se reconoce en momentos de crisis. Lo demás sólo son imposturas. Artilugios envueltos en discursos, apologías, boletines, campañas propagandísticas, declaraciones, entrevistas, ruedas de prensa, etc. Sólo cascarones desiertos, si el líder no sabe reaccionar a tiempo, ante una crisis como la que afecta a la humanidad en estos momentos. La pandemia será la vara con la que serán medidos los liderazgos en el mundo.
A estas alturas ya se avizoran los auténticos liderazgos y aquellos que sólo son un grave error en las decisiones que han tomado sus respectivos pueblos, al haberlos elegido. Entre la diversa gama de estilos de gobernar, han surgido falsos líderes que pretenden capitalizar la crisis para beneficio de su imagen o de sus intereses ideológico-partidistas, sin importarles las repercusiones en la salud y la economía de sus naciones. Estos mezquinos y oportunistas gobernantes dilapidan su poco o mucho capital político y pronto será alcanzados por el repudio y los señalamientos -que ninguna dictadura ha podido contener- del pueblo, ante el severo juicio de la historia.
Esta pandemia nos ha permitido conocer las fortalezas y debilidades de los líderes en el mundo, desde las trágicas payasadas de Trump y sus patéticos imitadores ya conocidos (Bolsonaro, Boris Johnson, Daniel Ortega, etc.) hasta la responsabilidad y compromiso que han mostrado verdaderos jefes de estado como Ángela Merkel, que actualmente encabeza el gobierno de Alemania, uno de los países más poderosos del orbe.
Aunque se podría llenar este y muchos espacios, con la relatoría de las peores barbaridades y sandeces expresados por los bufones de Trump, vale la pena rescatar la experiencia del pueblo alemán, que bajo el auténtico liderazgo de Ángela Merkel, ha logrado restablecer la confianza y la dignidad entre la población germana, mostrando al mundo la tenacidad y fortaleza de una pujante nación que está enfrentando de manera ejemplar la crisis sanitaria y económica.
A Merkel se le reconoce en el mundo como “la científica que logró vencer al coronavirus” y la experiencia germana se ganó el reconocimiento mundial como “modelo a seguir”.
Aunque Ángela Merkel cuenta con un doctorado en química cuántica, (ella sí es científica), se deja aconsejar por paneles de equipos multidisciplinarios, donde además de virólogos hay psicólogos, economistas, juristas y expertos en educación.
El éxito de la Canciller Merkel, ha sido la congruencia envuelta en un discurso directo, sin adornos, ni excesivos miramientos y apoyado en la ciencia. El gesto definitivo para ganarse la confianza de los ciudadanos fue el hecho de que ella misma se sometió a una cuarentena, tras haber estado en contacto con una persona que había dado positivo al COVID-19.
A partir de ese momento, Ángela Merkel fue la líder que necesitaba su país para guiarlo ante el mayor reto desde la Segunda Guerra Mundial.
Hay una inmejorable descripción del liderazgo de la Canciller alemana: Ángela Merkel es racional y escuchamucho, se asesora para después sopesar los argumentos y tomar decisiones paso a paso.
Aunque las cifras de la pandemia en Alemania son alentadoras, lejos del triunfalismo irresponsable, la Canciller se conduce con prudencia: “No estamos en la fase final de esta crisis, estamos todavía al principio. El manejo exitoso de la crisis es de todos, aunque aún es frágil y parcial y el país camina sobre una fina capa de hielo capaz de romperse en cualquier momento”.
Cautela, sensatez, transparencia y congruencia, se deslizan en el sobrio discurso de la Canciller alemana, que se traduce en la percepción de la ciudadanía, de que el Gobierno alemán ha actuado muy bien. Confían en que se les ha dicho la verdad desde el principio. Ello le ha valido hasta un 90% de aprobación a su gestión ante la pandemia. Gracias a una acción concertada, el gobierno de Merkel, logró aplanar la curva de contagios y su sistema de salud, no sólo fue eficiente para atender a la población alemana, sino que ahora acoge a pacientes de otros países.
En el plano económico, el liderazgo de Merkel logró que se entregaran apoyos a empresas y trabajadores por un monto equivalente al 30% del PIB de Alemania. Esos apoyos han permitido resistir a las grandes empresas, a los trabajadores independientes y por supuesto a las pequeñas y medianas empresas, sin que se rompan las cadenas de suministro, lo que expondría la salud y la estabilidad de los trabajadores y sus familias.
Un claro ejemplo de la visión y la capacidad de Merkel, fue la manera en la que decidió enfrentar al COVID-19: desde el primer caso de coronavirus (27 de enero), ordenó la realización masiva de pruebas, para aislar a quienes tuvieron contacto con personas contagiadas. En Alemania, 161 laboratorios trabajan para alcanzar la aplicación de 4 millones de pruebas a la semana. El aislamiento de los casos posibles, logró frenar la propagación del virus, evitando el confinamiento total de la población. Limitar lo más posible la restricción de libertades, ha sido una de las premisas de Merkel que proyecta su auténtica vocación democrática.
Por ello es que aún bajo los efectos de la pandemia, entre la población germana se percibe una sensación generalizada de seguridad. No hay razón para el miedo o pánico y la gente puede realizar actividades cotidianas -en los márgenes de las medidas de control sanitario- porque saben que existe un manejo gubernamental responsable en el control de la pandemia y porque su líder -Ángela Merkel- representa unagarantía de seriedad y de conocimiento en el manejo de la crisis, cuyas decisiones políticas se sustentan en la ciencia -en un país que sí confía en sus universidades e instituciones científicas-.
El reconocimiento internacional a Merkel no se ha hecho esperar, sin embargo la Canciller no ha perdido la cordura y sigue llamando al pueblo alemán a la prudencia y a evitar la autocomplacencia ante el riesgo de una posible recaída.
Un rasgo distintivo del liderazgo de Merkel ha sido su empatía y sensibilidad al lograr proyectar una mentalidad de cooperación ante la crisis, en un país con una capacidad organizativa bien desarrollada. A la Canciller alemana se le conoce más bien por su temperamento y capacidad de lograr consensos, por lo que esas cualidades le han servido para gestionar con éxito esta crisis.
La forma en la que ha se ha conducido Ángela Merkel ante la pandemia, obliga a varias reflexiones: la primera tiene que ver con su condición de mujer que ha conducido los destinos de la nación germana en la contemporaneidad, determinada por la crisis de refugiados de Cercano Oriente, la preocupación global por el cambio climático, la polarización política y la contraposición al estilo y formato de gobierno de Donald Trump.
Su gobierno se ha enfocado en mantener la productividad alemana y en continuar con su fortalecimiento económico y político en el continente europeo. En materia doméstica llevó a cabo una auténtica reforma del sistema de salud. Entre sus principales objetivos, ha estado el desarrollo energético de su país, defendiendo el uso de la energía nuclear, e impulsando programas para la creación de fuentes alternativas de energía. Merkel nunca se complace en grandilocuencia y nunca es autoritaria. Así es como crea el espacio para un estilo de liderazgo cooperativo, basado en la razón y en la ciencia.
La segunda reflexión es que lejos de convertir su responsabilidad como jefa de estado, en una posición de poder irreductible y omnímodo, ha sabido conciliar con todos los sectores mediante un discurso integrador, invocando la unidad y la diversidad del pueblo alemán y esta demostración de fuerza, que no de autoritarismo, la ha proyectado hacia el escenario europeo, en el que disputa la supremacía económica con los Estados Unidos de Norteamérica y se ha constituido como muralla de contención frente a los embates de Trump. Como canciller, Merkel no sólo ha logrado impulsar a su país como cabeza de la economía mundial, sino que ha logrado consensos relevantes que la consolidan como auténtica líder de la Unión Europea.
Una tercera y última reflexión tiene que ver con la demostración de valor y congruencia que demostró Merkel frente a la pandemia. Ejerció su liderazgo con inteligencia y lealtad a su investidura. Antepuso la seguridad e integridad de la población alemana, a intereses económicos o ideológico- electorales. Decidió por la aplicación masiva de pruebas, haciendo caso a las recomendaciones de los expertos y de la propia Organización Mundial de la Salud. Esa alternativa le dio ventajas para ganar tiempo y fortalecer la capacidad de respuesta de su infraestructura de salud, a la que nunca dudó en otorgarle los recursos que fueran necesarios, para atender a la población afectada por el coronavirus.
Aún se está escribiendo la historia de esta emergencia sanitaria, pero ya es posible apreciar las enormes diferencias de liderazgos entre las naciones afectadas por esta pandemia. Hay líderes que supieron entender a tiempo la dimensión de la crisis y otros que pretenden obtener beneficios políticos de sus propias equivocaciones -como si los pueblos estuvieran destinados a olvidar su historia, para repetirla eternamente-. Sin duda, la pandemia del coronavirus dejará entre las huellas del desastre, algunos liderazgos que ya empiezan a crujir como tablas apolilladas, bajo las pisadas de una humanidad que no será la misma, cuando esto termine.
[1] Lic. Ernesto Palma Frías. Director Ejecutivo de Fundación Mexicana para la Excelencia Educativa. Correo electrónico: excelenciaeducativa01@yahoo.com.