DE UN MUNDO RARO 

El 28 de junio de 2010, en un solitario paraje del libramiento de la carretera Cd. Victoria- Tampico, un comando armado asesinó a tiros, a plena luz del día al doctor Rodolfo Torre Cantú, candidato al gobierno de Tamaulipas.

El abanderado de la alianza “Todos somos Tamaulipas” se trasladaba al aeropuerto de la capital tamaulipeca, con el objetivo de volar a la ciudad de Matamoros, donde iniciaría una etapa de cierres regionales de campaña.

El operativo desplegado por el grupo de sicarios que lo asesinó fue de una precisión quirúrgica: bloquearon el acceso al libramiento con dos camionetas, y otras dos unidades dieron alcance al convoy donde viajaban Torre Cantú y su comitiva. Fuera de la zona urbana, sin vigilancia policiaca en la cercanía y en una zona totalmente ausente de cámaras de seguridad, policiacas o privadas.

Junto con el candidato, fueron ejecutados a sangre fría el diputado Enrique Blackmore Smer y sus escoltas Gerardo Sotero, David Castelo, Dante Quiroz y Francisco David López Catache.

Sobra decir que dicha masacre, perpetrada a escasos siete días de las elecciones de aquel año, impactó a la opinión pública y estuvo a punto de colapsar el proceso local. De manera emergente, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), fuerza mayoritaria de la alianza “Todos Somos Tamaulipas”  – los otros dos partidos asociados eran el Verde Ecologista y Nueva Alianza- convocó a un cónclave de su plana mayor en Ciudad Victoria, con la presencia de su entonces dirigente nacional Beatriz Paredes Rangel.

Corría el último tercio de la administración de Felipe Calderón como Presidente de la República; y se vivía un momento álgido en la tristemente célebre “guerra contra el narco”. El mandatario salió rápidamente en cadena nacional a condenar la masacre y, sabedor de las implicaciones políticas del caso, se comprometió a que habría una investigación profunda e imparcial de los hechos.

Ese día me encontraba en la ciudad de Matamoros, donde me desempeñaba como corresponsal de Radio Fórmula y conducía noticieros de radio y TV local para el mismo corporativo. Tres semanas antes había entrevistado a Rodolfo Torre en los estudios de la emisora, y al candidato se le notaba tranquilo; con el apremio natural de quien desarrolla una campaña política en una entidad de gran extensión territorial, y cuya geografía hace imposible cubrir recorridos por tierra en un lapso corto de tiempo, razón por la que el uso de aeronaves en actividades políticas y oficiales es cosa común. Tan sólo de Ciudad Victoria a Matamoros, a más de 300 kilómetros de distancia, se requiere un viaje en carretera de aproximadamente tres horas y media.

Recuerdo que una hora y media antes de que trascendiera masivamente  la ejecución de Torre Cantú había cruzado comunicación con uno de los enlaces de prensa del PRI para verificar la entrega de acreditaciones para el mitin en Matamoros; la usanza era que se entregaban en uno de los accesos del evento, bajo lista de confirmación. Todo parecía normal. La noticia corrió como reguero de pólvora: recibí la llamada de la redacción de noticias de Grupo Fórmula en la Ciudad de México; donde sorprendentemente ya tenían más datos que yo. Haciendo cálculos, cuando confirmaba las acreditaciones, el candidato estaría a unos quince minutos de ser asesinado.

En un hecho político bastante inusual, la cúpula del PRI decidió reemplazar al candidato asesinado directamente por su hermano mayor: Egidio Torre Cantú, un hombre con poca carrera y oficio político, cuyo único antecedente había sido ocupar interinamente la alcaldía de Ciudad Victoria en virtud de ser suplente de un edil que se lanzó a la búsqueda de otro cargo de elección popular. Ingeniero de profesión, sólo se sabia que era parte de un selecto grupo de contratistas que ejecutaban obra pública estatal y federal en distintos  municipios del estado.

El argumento político utilizado por la dirigencia nacional del tricolor era la necesidad de liberar de toda sospecha a los integrantes de la clase política priista de la entidad, incluidos otros connotados priístas que habían sido mencionados como aspirantes al cargo. Eran más de una docena de nombres, entre ellos senadores, diputados federales y alcaldes; aunque finalmente se optó por el esquema de la candidatura “de unidad”.

Tamaulipas es, desde hace más de dos décadas una entidad donde la relación entre los tres niveles de gobierno y el crimen organizado es complicada y peligrosa. Baste con recordar que dos ex gobernadores de dicha entidad se encuentran actualmente en la cárcel por diversos cargos relacionados con el dinero de los cárteles: Tomás Yarrington Ruvalcaba y su sucesor, Eugenio Hernández Flores, ambos priistas.

A nadie sorprendió el triunfo arrollador del PRI y sus aliados en las elecciones locales de Tamaulipas en aquel año. El voto sentimental ante la masacre de un candidato operó en forma similar a lo ocurrido ante el artero crimen de Luis Donando Colosio Murrieta en 1994. Dicho sea de paso, Ernesto Zedillo y Egidio Torre Cantú tienen algo en común: son personajes que en su momento fueron elogiados por su círculo cercano por su inteligencia, pero cuya falta de carisma les habría impedido llegar a un cargo de elección popular en condiciones normales.

La reminiscencia a este caso viene a la sazón por el reciente cumplimiento del décimo aniversario del asesinato de Rodolfo Torre Cantú, que prácticamente pasó desapercibido en los medios de comunicación. 

Cabe mencionar que a pesar de años de investigaciones, el crimen no ha sido cabalmente esclarecido.

El 20 de septiembre del 2012, el portal periodístico Animal Político dio a conocer un informe atribuido a autoridades de la PGR revelando que la ejecución del malogrado candidato había sido perpetrada por un comando de sicarios que formaban parte de la escolta de Jorge Eduardo Costilla Sánchez, alias “El Coss”, uno de los dirigentes de El Cártel del Golfo. En esa misma publicación se refiere que el motivo del crimen fue la negativa de Torre Cantú a continuar respaldando las operaciones de lavado de dinero de cártel desde el gobierno estatal. 

“El Coss” fue detenido junto con una célula de sicarios que lo protegía en una zona residencial del puerto de Tampico el 12 de septiembre de 2012, aunque al momento de su detención, no se registró referencia directa al crimen del candidato priísta. Costilla Sánchez era, sobre todo, parte de las altas esferas del Cártel del Golfo; brazo derecho de uno de sus más famosos líderes: Osiel Cárdenas Guillén, preso en los Estados Unidos.

De acuerdo con el reporte publicado por Animal Político, Costilla Sánchez habría ordenado la ejecución de Rodolfo Torre en calidad de “jefe máximo del Cártel del Golfo”, aunque fue de llamar la atención que su detención se realizó mediante un operativo “limpio”, es decir, sin disparo alguno. Cosa totalmente contraria a las usanzas del Ejército y la Marina durante el sexenio calderonista en Tamaulipas. baste mencionar dos ejemplos:

En Reynosa todavía se recuerda el aparatoso operativo para la detención de Jaime González Durán, alias “El Hummer”, el 9 de noviembre de 2008. La ciudad se vio colapsada por narco bloqueos e incluso un comando de sicarios intentó rescatar  al entonces jefe de plaza del Cártel del Golfo en dicha ciudad cuando era trasladado al Aeropuerto  Internacional Lucio Blanco, donde finalmente fue conducido en una aeronave militar a la Ciudad de México. Nunca se presentó un reporte oficial de las bajas registradas ese día, ni de las fuerzas armadas y policiacas, ni de los sicarios muertos, a pesar de que circularon decenas de imágenes en portales informativos y redes sociales.

El segundo ejemplo se dio el 5 de noviembre de 2010, día en que la Marina desplegó un imponente operativo en la ciudad de Matamoros buscando detener a Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, alias “Tony Tormenta”, líder de plaza del Cártel del Golfo, quién finalmente murió en el enfrentamiento contra las fuerzas armadas. 

Vehículos artillados y helicópteros militares con elementos de élite descendiendo a rapel fueron parte de la fuerza desplegada por los marinos para tratar de detener a “Tony Tormenta”, quien se había refugiado en un local de su propiedad que fungía como búnker. Decenas de camionetas con civiles armados fueron vistas por las calles buscando tener acceso al lugar del enfrentamiento, en pleno centro de la ciudad, con la clara intención de rescatar a su líder. Tras el enfrentamiento, y más de nueve horas de fuego cruzado, los matamorenses verificaron con asombro la magnitud de la batalla: la fachada del edificio donde Cárdenas Guillén fue abatido, mostraba un impresionante hueco en su fachada, presumiblemente provocado por un tiro de bazuca o una granada de alto poder.

Es por ello que es de llamar la atención que durante la detención de Eduardo Costilla, un hombre que de acuerdo a las versiones extra oficiales habría tenido el poder y la capacidad táctica para asesinar al hombre que prácticamente estaría a punto de convertirse en gobernador de Tamaulipas, su cuerpo de seguridad no hubiese ofrecido resistencia alguna.

También es importante mencionar que en las versiones oficiales sobre la detención del ex gobernador Tomás Yarrington perpetrada el 9 de abril de 2017 en Florencia, Italia, se relaciona al ex mandatario con diversos expedientes de lavado de dinero, uso de recursos de procedencia ilícita y extorsión, pero también se hace referencia a su presunta complicidad en el asesinato de Rodolfo Torre Cantú. 

El ex gobernador Yarrington actualmente se encuentra preso en el Centro Federal de Detención de Houston, Texas, en espera de ser presentado a juicio en una corte de dicha entidad norteamericana. En abril pasado, sus abogados presentaron una solicitud para que Yarrington pudiera enfrentar su juicio en libertad, por considerársele vulnerable de contagio por COVID-19 en función de su edad (61 años) y de ser paciente diabético. El juez con sede en Brownsville, Texas rechazó la solicitud considerando la peligrosidad del acusado y a que existe otra orden de detención en su contra por el Servicio de Alguaciles Federes, según reportó un despacho de la Agencia EFE.

Total que a diez años de distancia, se desconocen aún muchos detalles sobre la muerte de Rodolfo Torre, las circunstancias en que se ordenó y sobre todo, quiénes se beneficiaron con su sacrificio.

Un asesinato político que a diez años de distancia, y tres distintas fuerzas políticas en el máximo poder federal (PAN-PRI-Morena), por alguna razón, simplemente dejó de ser noticia.

Twitter: @miguelisidro

SOUNDTRACK PARA LA LECTURA:

Música que era popular en 2010, año del asesinato de Rodolfo Torre:

-Camila (México)

“Mientes”

-Marco Antonio Solís “El Buki”(México)

¿A dónde vamos a parar?

-Eminem ft. Rihanna (Estados Unidos)

“Love the way you lie”

-The Black Eyed Peas (Estados Unidos)

“The Time (Dirty Bit)”

Por miguelaisidro

Periodista independiente radicado en EEUU. Más de 25 años de trayectoria en medios escritos, electrónicos; actividades académicas y servicio público. Busco transformar la Era de la Información en la Era de los Ciudadanos; toda ayuda para éste propósito siempre será bienvenida....

Deja un comentario

0
    0
    Tu carrito
    Tu carrito está vacíoRegresar para ver