Kylroy Was Here
Kylroy Was Here


DE UN MUNDO RARO / Por Miguel Ángel Isidro 

En el universo de la cultura pop, una idea, concepto e imagen puede alcanzar las más variadas e insólitas representaciones.

Hoy nos referiremos a una frase que, por asociación de ideas, alcanzó repercusiones en el mundo del arte callejero, la literatura, la música y el cine.

Hacemos este ejercicio a manera de invitación para  indagar el origen de sus piezas de entretenimiento favoritas (libros, canciones, películas), como una forma de evasión y esparcimiento en estos inéditos tiempos pandémicos.

CAPÍTULO UNO: El grafitti 

Comenzaba la década de los 40’s del siglo pasado, y tras el ataque de la fuerza aérea japonesa en Pearl Harbor, los Estados Unidos habían entrado en la Segunda Guerra Mundial, del lado de las fuerzas aliadas.

Las incursiones militares se multiplicaban por diferentes puntos de los territorios en conflicto, y junto con ellas, viajó un elemento distintivo del colonialismo cultural: el instintivo deseo de dejar huellas.

En distintos puntos de la Europa continental, comenzó a hacerse popular un grafitti difundido por los soldados norteamericanos. 

Un dibujo bastante simple que representaba la cabeza de una persona que asoma sus ojos apenas por encima de un muro, colgando del extremo opuesto una larga nariz de aspecto fálico. El garabato se complementaba con una leyenda: “Kilroy was here”.

Éste grafitti comenzó a replicarse en los lugares más inusitados, y al término de la guerra, se convirtió en un elemento de aparición recurrente en baños públicos, baldíos y edificios abandonados en Estados Unidos y muchos lugares del mundo donde los ociosos norteamericanos pusieran su huella.

De acuerdo con fuentes diversas, como la revista de curiosidades históricas America comes alive, el origen de este grafitti se remonta a los astilleros de Quincy, Massachusetts, donde un hombre llamado James J. Kilroy trabajaba como supervisor del ensamblaje de las planchas de acero utilizadas en la construcción de barcos y aviones de guerra.

Kilroy era el encargado de verificar la calidad de los remaches utilizados en el armado de dichos cascos, y como los obreros recibían su pago en función del número de piezas ensambladas, era también el responsable  de llevar a cabo el conteo de la producción.

Para ayudarse en esa tarea, el supervisor marcaba cada plancha con una señal hecha con tiza blanca. Sin embargo, algunos de los soldadores borraban las marcas a fin de cobrar algún dinero extra por su trabajo. Para combatir ésta práctica, el supervisor comenzó a marcar las piezas con pintura blanca, escribiendo en la superficie la leyenda “Kilroy was here” (Kilroy estuvo aquí).

La frase quedó expuesta a la vista de miles de soldados, marinos y pilotos norteamericanos, que la adoptaron como sello distintivo de su presencia en el territorio enemigo.

CAPÍTULO DOS: El Mensaje

Kylroy was here
Referencia a Kilroy en un fragmento del Muro de Berlín

En 1956, el genio de la literatura de ciencia ficción, Isaac Asimov, publicó un relato corto que marcaría el inicio de una de sus temáticas favoritas: los viajes en el tiempo y el hiperespacio.

En esta breve historia, de apenas dos páginas de extensión en su versión original, Asimov relata dos escenas : en la primera, un grupo de soldados departen en una taberna, y entre tragos de cerveza discuten sobre el origen de la frase que se ha multiplicado en los distintos lugares en que han incursionado, ya sea grabada a filo de navaja sobre madera o pintada sobre muros: “Kilroy was here”. Ninguno conoce el origen de la misma, pero relatan haberla leído en los sitios más recónditos.

En la segunda escena, Asimov narra la experiencia de George Kilroy, un historiador del siglo XXX que logra la autorización oficial para realizar un viaje al pasado, para completar una monografía de la Segunda Guerra Mundial.

Su emoción es superlativa: será el primer ser humano habilitado para dar un salto al pasado, para estar presente por algunos minutos en una locación previamente seleccionada por físicos temporales, a fin de cumplir una labor de “observador puro” durante el primer desembarco anfibio, perpetrado en las costas de Orán, África del Norte.

Kilroy es depositado en una barraca, donde puede ser testigo de la feroz batalla, sin lograr vencer la muy humana tentación de dejar su impronta: suspende la escritura de sus notas, y usando su pluma raspa sobre la madera la frase “Kilroy was here”, cumpliendo con ello la directiva de su misión: observar el pasado sin alterarlo.

El relato tiene un tono peculiar, dentro del discurso reiteradamente antimilitarista de Isaac Asimov.

CAPÍTULO TRES: La Ópera Rock

Álbum de Styx

En 1983, la banda de rock norteamericana Styx da a conocer su onceavo disco de larga duración, en el que buscó dar continuidad a la creación de obras conceptuales.

Kilroy Was Here fue el título del álbum que se acompañó por un cortometraje homónimo, que relata la historia de un músico de rock que es encarcelado por infringir las normas de un organismo fascistoide denominado “Mayoría para la Moralidad Musical” (MMM), que es comandada por un siniestro personaje llamado Dr. Everett Righteous.

El héroe de esta trama lleva por nombre Robert Orin Charles Kilroy (ROCK, por sus sílabas), quien purga una condena acusado del asesinato de un fanático anti-rock durante un concierto. Desde su reclusión se entera de que un grupo rebelde está difundiendo su música por una señal de radio pirata, lo que lo motiva a escapar oculto dentro de la carcasa de un robot de manufactura japonesa llamado genéricamente Mr. Roboto

Kilroy logra contactarse con Jonathan Chance, líder de un movimiento subversivo que se opone a la censura de la MMM, y juntos emprenden una lucha en contra de la extinción de la música.

El álbum consta de 9 canciones, y se acompañó de un cortometraje dirigido por Jerry Kramer y Brian Gibson, que era proyectado al inicio de los conciertos de Styx. La obra en sí representa una crítica alegórica a la censura musical emprendida en la década de los 80’s por el denominado Parents Music Resource Center (PMRC), encabezado por Nancy Reagan y Tipper Gore, que promovió la censura radial y en contenidos gráficos de los discos, e impuso el etiquetado “preventivo” en los acetatos.

Aunque los detractores de Styx les recriminan el haber “comercializado” algunos conceptos como el Art Rock y el rock progresivo, la banda originaria de Chicago impuso un nuevo estándar en la producción audiovisual en discos y conciertos.

La discografía completa de Styx se encuentra disponible en plataformas digitales, y el cortometraje puede apreciarse en YouTube, segmentado en video clips.

Aún a riesgo de que la presente entrega pudiese parecer un tanto banal, queremos aprovecharla para inyectar en las nuevas generaciones el interés por analizar los contenidos de entretenimiento más allá de su presentación y concepto temporal. 

Ninguna idea es tan nueva como parece, y mientras la curiosidad humana persista, no se habrá dicho la última palabra sobre ningún tema.

Twitter: @miguelisidro

SOUNDTRACK PARA LA LECTURA:

  • Frank Black (Estados Unidos) / “Czar”
  • Styx (Estados Unidos) / “Mr. Roboto”
  • Styx (Estados Unidos) / “Don’t let it end”

Por miguelaisidro

Periodista independiente radicado en EEUU. Más de 25 años de trayectoria en medios escritos, electrónicos; actividades académicas y servicio público. Busco transformar la Era de la Información en la Era de los Ciudadanos; toda ayuda para éste propósito siempre será bienvenida....

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