
La fantasía es uno de esos géneros literarios que son criticados por ser contenido casi infantil, como si eso fuera sinónimo de poca calidad. Otro género subestimado es el de la ciencia ficción. Al parecer, algunos críticos de redes, se olvidan de que, en sí, no importa el género en que se desarrolle una historia, sino la forma en que se lleva a cabo. No necesitas hacer literatura exclusivamente de denuncia o protesta para ser catalogado como “buen escritor”. La originalidad, aunque se toquen temas comunes o constantes, no radica únicamente en crear una historia totalmente única jamás vista en miles de años de humanidad.
Lo que hacen tanto Le Guin como Asimov, en torno a la ciencia ficción, no es nada más que escribir lo que ya se ha escrito pero de forma distinta. No hay que decir quién es mejor ni quien no, en primer lugar: yo, constantemente rechazado literariamente, no soy quién para establecer juicios de esa naturaleza. Asimismo, no se puede reducir la obra literaria a decir quién es peor o quién es sobrevalorado. Es más: decir que alguien es sobrevalorado sólo porque no nos gusta su obra, es completamente reduccionista y flojo. Ni si quiera es una crítica a la obra, sino a la gente que le gusta la obra, en todo caso.
Un punto en común que tienen estos dos escritores en su ciencia ficción, además de ser críticos con la sociedad. Sin embargo, es en este mismo punto en el que sus convergencias los vuelven únicos.
Asimov es, en todo caso, macrosocial. A pesar de que sus personajes son desarrollados individualmente, son sus actos particulares los que llevan al desarrollo de la historia. Los conflictos enfrentados son siempre en torno a lo macroscópico, a la sociedad entera, la humanidad en su totalidad. Son estos algunos pocos los estudiosos que saben y pueden, de alguna forma u otra, ir descubriendo la forma de solucionar ciertas incógnitas. También, entre narrativas, se puede ver un espaciado temporal muy grande.
Muy a pesar de lo que dicen algunos, que Asimov es la ciencia ficción para niños por sus temáticas robóticas de futurismo exacerbado, no se queda en eso solamente. Sus temas son así para poder tocar lo relacionado a la sociedad y sus problemáticas más comunes. Son muchos los conflictos sociales tocados y de forma obvia, por decir así. No hay una gran profundidad pero sí hay un análisis suficientemente eficaz como para verlos y evidenciarlos.
Úrsula K. Le Guin es lo opuesto, pues se va a lo microsocial. Ella, lo que hace es establecer la situación que envuelve al personaje y se enfoca totalmente en la individualidad. No busca que los personajes solucionen los problemas que hayan, socialmente hablando. Esto quiere decir que sí quieren arreglar las cosas, pero sus misiones son las que radican en aquellas que les son dadas o aquellas que afectan su mundo particular.
La escritora también se identifica en el profundo desarrollo del personaje único, tanto emocionalmente como en torno a una sociedad que trata a todos como iguales. Ella desarrolla las consecuencias de lo que envuelve al individuo, que generalmente, resultan ser devastadoras. Sin embargo, sus explicaciones no son parte de un método científico, de una explicación racional. Ella crea un caleidoscopio de perspectivas para mostrar lo que está sucediendo. Entonces, no solamente es la forma lógica-matemática de un hombre de ciencias o un investigador, sino de un ser humano común con sentimientos comunes.
Estas diferencias no significan que uno sea mejor, que una de las ciencias ficciones sea más eficiente o menos “literaria” que la otra. En ambas formas de tratarla, en ambas realidades, todo se explica a sí mismo de la mejor manera. En sí, no podemos encontrar fallas en ninguna de las lógicas, siempre y cuando sean criticadas desde la perspectiva indicada.
Decir que Asimov es más fantasioso y, por eso, menos profundo; sería igual que decir que a K. Le Guin le faltan naves voladoras y balazos de láser, y por eso es aburrida. El problema de los que se dicen críticos es que sólo dicen lo que les gusta y lo que no, una opinión totalmente desde la subjetividad sin una sola base argumentativa. Es más, como creen saberlo todo, también tienen la autoridad para definir lo que dos escritores son, no son, y merecen ser.
Sostener que un crítico que no es escritor no debería cuestionar uno u otro estilo literario, también es una falacia. Es como decir que porque yo no soy dragón, no puedo hablar de la literatura de Tolkien, puesto que no conocería la naturaleza de los mismos. Aquí lo verdaderamente importante, en todo caso, sería ver la ciencia ficción desde sus múltiples perspectivas y examinarla ahí. No decir que por que a mí no me gustan las naves espaciales, entonces cualquier intento de ellas, es una cosa que no debió existir alguna vez.
Así, pues, no podemos decir que K. Le Guin sea mejor, o que Asimov lo sea; pero lo que sí podemos hacer es examinar lo que ambos nos dan y ver, desde dentro, si las historias se sostienen a sí mismas, para así marcar diferencias con otras literaturas de ciencia ficción.
Una cosa sí habremos de establecer: los escritores de ciencia ficción no predicen el futuro. Si cree que así lo hacen, usted necesita abrir más libros.