DE UN MUNDO RARO / Por Miguel Ángel Isidro 

Una profunda convicción religiosa, el sincretismo entre lo espiritual y lo pagano, y una prodigiosa capacidad para reír enmedio de las más desoladoras tragedias son parte de los rasgos que comúnmente se suelen atribuir a los mexicanos.

Los mexicanos somos herederos de una cultura culpígena que se desprende de la violenta imposición de la “moral cristiana” durante la época de la Colonia. Al mismo tiempo,  el sistema educativo nos ha forjado la creencia de que contamos con una extraordinaria capacidad para salir avante de todas las adversidades.

En 1974 fue estrenada la película mexicana “Fe, esperanza y caridad”, una producción conformada por una trilogía de historias cortas dirigidas respectivamente por Alberto Bojórquez, Luis Alcoriza y Jorge Fons.

¿Qué puede tener de interesante repasar una película realizada hace casi 40 años? Simplemente el cerciorarnos que los tópicos abarcados en las tres historias unitarias que forman parte de este filme siguen teniendo terrible vigencia en el Mexico de hoy.

Cada una de las historias toma su título de las tres virtudes teologales reconocidas por el ceremonial cristiano-católico.

“Fe” nos narra la historia de Teresa, una mujer de clase humilde que decide realizar una peregrinación al santuario del Señor de Chalma, como manda religiosa para pedir la recuperación de su marido, que padece una serie de dolores en las piernas que le impiden trabajar.

En el trayecto, la mujer convive con otros peregrinos, que antes de pernoctar le ofrecen alcohol para posteriormente abusar sexualmente de ella. A pesar del incidente, Teresa cumple su cometido y al regresar a su hogar, se encuentra a su cónyuge recuperado de sus dolencias, por lo que hace el juramento solemne de peregrinar cada año de ahora en adelante por los favores recibidos.

El segundo episodio, titulado “Esperanza” nos presenta la historia de Gabino, un joven aspirante a artista que se ve obligado a ganarse la vida como faquir en un circo.

Impulsado por el ferviente deseo de comprar una casa para sí madre, accede a exhibirse en una carpa crucificado, clavado de pies y manos. Las reacciones y comentarios de los espectadores, de sus conocidos y de su propia madre forman un variopinto caleidoscopio del pensamiento de las clases populares de la época.

Finalmente, tras comenzar a presentar algunos malestares, se revela que Gabino ha contraído una infección mortal, derivado de que los clavos que se utilizaron para su acto no fueron de oro puro, como lo recomendó el médico que asistió al faquir. Finalmente, el empresario que lo contrató reconoce que fue el propio Gabino quien sugirió utilizar unos clavos solamente recubiertos con el metal precioso, a fin de aumentar su ganancia y poder comprar la casa prometida a su madre, aún consciente del riesgo de morir.

“Caridad”, título de la tercera historia, comienza con una anciana millonaria que decide visitar una ciudad perdida, a fin de ayudar a algunas personas desfavorecidas.

Desde su lujoso automóvil arroja unas cuantas monedas a un grupo de niños de la calle, que protagonizan una riña para apoderarse del dinero.  

La zacapela va escalando de tono hasta que intervienen las madres de los menores, y finalmente, los maridos de ambas. Uno de ellos, de forma un tanto accidental apuñala al otro con una herramienta de trabajo (una “charrasca”) y le provoca la muerte. 

Ahí es donde comienza el drama de Eulogia, la mujer del fallecido, quien inicia un calvario burocrático ante autoridades policiales, civiles y médicos legistas para tratar de recuperar y posteriormente sepultar el cadáver de su marido. La altanería y prepotencia de sus interlocutores, que lejos de darle asistencia le complican más su pérdida dan a la historia un corte de auténtico drama urbano.

Aunque probablemente para muchos de los lectores ésta trilogía fílmica resulte casi obvia al repasar el historial de “nuevo cine mexicano” que se realizó entre los setentas y ochentas del siglo pasado, existen algunos aspectos que vale la pena ponderar para acercarla a las nuevas generaciones.

La silenciosa normalización de la violencia en contra de las mujeres, que se proyecta en el episodio titulado “Fe” (protagonizado por Fabiola Falcón como Teresa y Armando Silvestre como su convaleciente esposo Artemio), sigue reflejando fielmente el grado de sometimiento que el patriarcado mexicano ejerce sobre las mujeres.

Más allá de los encendidos discursos y los eventos para cubrir la efeméride, a lo largo y ancho del país seguimos viendo a las mujeres ser víctimas de la opresión al interior del hogar, y al mismo tiempo, condenadas a sufrir en silencio agresiones sexuales teniendo por único incentivo el “no molestar” a sus familias.

La actitud de Gabino, el protagonista del segmento “Esperanza” (interpretado por Milton Rodríguez), equivale fielmente a la situación que actualmente enfrentan miles de jóvenes mexicanos, que con tal de sacar adelante a sus familias tienen que someterse a los dictados de estructuras del poder, que en la vida real juegan el rol del desalmado empresario cirquero Don Sandro (Raúl Astor), a quienes no les importa poner en riesgo una vida siempre y cuando haya negocio. Puede ser la delincuencia organizada, un partido político, un corporativo empresarial explotador, en fin, todas esas entidades que hacen de los jóvenes mexicanos carne de cañón y material para discursos grandilocuentes sobre el futuro del país en tiempos electorales.

El crudo episodio narrado en el tercer episodio, “Caridad” refleja alegóricamente el calvario que enfrentan miles de familias mexicanas ante la incesante violencia criminal que azota a distintas regiones del país y a la indolencia de las autoridades que deberían atender sus causas y sus consecuencias.

La anciana millonaria que recorre la ciudad perdida queriendo hacer su buena obra del día (personificada por Sara García), representa fielmente el papel que algunos presuntos filántropos, políticos y representantes de esa masa amorfa que algunos llaman “sociedad civil” desempeñan cotidianamente frente a la pobreza que se vive en el México profundo. No les interesa entenderla o remediarla de raíz; siguen pensando que arrojando paliativos-sean donativos, Teletones o “programas sociales”- podrán cambiar las expectativas de vida de los más desfavorecidos, sin detenerse a observar las complejidades de un tejido social históricamente roto.

La pobre viuda Eulogia (interpretada magistralmente por la primera actriz Katy Jurado) representa hoy por hoy al México golpeado por la miseria, y al mismo tiempo humillado, despreciado e invisibilizado por nuestra insensible burocracia, que vestida de verde, azul, amarillo o guinda sigue siendo igual de inoperante, inepta y corrupta.

Si usted no ha podido ver esta película; búsquela en alguna plataforma digital o en algunos video clubes que aún distribuyen cine mexicano; si usted ya la vio, vale la pena que le brinde una nueva oportunidad para apreciarla con una mirada crítica hacia nuestra cotidiana realidad, nada lejana de ese México crudo y oscuro de la segunda mitad del siglo pasado.

Este tipo de documentos fílmicos nos permiten entender, aún desde la ficción, la realidad de los dramas cotidianos que se tejen en los barrios, rancherías y municipios del país, donde la tan pretendida modernidad aún está a años luz de distancia 

Twitter: @miguelisidro

SOUNDTRACK PARA LA LECTURA:

 -Caifanes

(México)

“Miércoles de ceniza”

-Luzbel

(México)

“Por piedad”

-Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio

(México)

“Un gran circo”

-León Gieco

(Argentina)

“La cumbia de la ciudad”


Por miguelaisidro

Periodista independiente radicado en EEUU. Más de 25 años de trayectoria en medios escritos, electrónicos; actividades académicas y servicio público. Busco transformar la Era de la Información en la Era de los Ciudadanos; toda ayuda para éste propósito siempre será bienvenida....

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